sábado, 6 de febrero de 2010

Un día reímos y el otro lloramos...

*Por Ana Luisa García (mi mamá)


“Tiempo de llorar, y tiempo de reír, tiempo de endechar y tiempo de bailar…” (Ecl. 3:4)

Nunca había sido testigo de esa frase bíblica, que en forma tan contundente se manifestó en la vida de María Pérez.

Ella es una mujer luchadora, como la mayoría de las mujeres. Se vino de Nicaragua hacia Costa Rica, buscando mejorar el nivel de vida de sus ocho hijos, a quienes dejó con su padre en su pueblo natal de Dolores.

Trabajó muchos años como empleada doméstica y nunca le arrugó la cara al trabajo. Enviaba dinero al padre de sus hijos y finalmente, cuando mejoró su situación, y como los extrañaba tanto, fue a su pueblo a recogerlos.

Como suele suceder a muchas mujeres, la ausencia de un compañero sentimental es muy fuerte, y producto de una relación amorosa pasajera y violenta, nació su noveno hijo, a quien bautizó con el nombre de Juan. Este niño se convirtió en los “ojos de su cara”, pues a pesar de ser ella una buena madre con los demás hijos, la mayoría mujeres, la separación física durante mucho tiempo, provocó también una separación emocional, pues todos se apegaron a su padre y a su hermana mayor, Bianca, quien cumplió el papel de madre con sus hermanos durante la ausencia de María. El embarazo de este niño fue complicado y su nacimiento, un milagro, razón de más para que María lo amara entrañablemente.

El niño fue creciendo al lado de sus otros hermanos y hermanas. Fue consentido por su madre, quien le daba todos los gustos que él pedía. Cuando cumplió ocho años, su madre encontró nuevamente el amor; esta vez sí tuvo la dicha de encontrar un buen hombre, policía de oficio, que la aceptó con todos sus hijos y nietos y le proporcionó un hogar para todos y un ambiente familiar en donde no faltaban ni el alimento, ni el cariño, mucho menos los mimos para Juan.

Cuando María tenía ya seis años de convivir con Alonso y ambos estaban muy seguros del amor que se profesaban, decidieron con mucha ilusión, unirse ante Dios, acto que bien podían hacer, puesto que ninguno de los dos se había casado hasta el momento. Ella iba a cumplir 50 años y él tenía 58. Su hija Bianca, admirable joven que pese a sus condiciones de pobreza y de tener que trabajar en oficios domésticos, a punta de esfuerzo, motivación y sacrificio logró sacar dos carreras en la UNED. Ahora ya es una profesional que trabaja en una buena empresa. Las demás hijas, casi todas, salieron embarazadas y desertaron del colegio.

Volviendo al tema del matrimonio, Bianca se encargó de organizar la boda en todos los detalles: decoración de la iglesia y del salón comunal, preparación de la comida, compra de un bello vestido blanco y sandalias perladas para su madre. Logró su objetivo, pues su madre estaba regia, radiante, y la sonrisa no desaparecía de su rostro; además se comportó como lo que era en ese momento: un reina; ya que por primera vez en su vida ella era el centro de atracción de las miradas y por qué no decirlo? De las posibles envidias de algunas de las asistentes.

Todas sus hijas, Juan y sus nietos vistieron sus mejores galas. No podía haber momento más feliz para María y su esposo. Juan, ahora de 14 años, como buen adolescente inquieto, andaba de un lado para el otro, echando inquietas y enamoradas miradas a la hija de su madrina. Lucía guapo, alto y bien vestido.

La fiesta transcurrió en forma muy amena. Sus más íntimos familiares y amigos la acompañaron en su felicidad y el conjunto musical contratado cumplió con su cometido. Todo esto ocurrió un sábado por la tarde.

El lunes siguiente, María, quien no podía todavía darse el lujo de tener una luna de miel; se levantó muy temprano para ir a vender lotería en una esquina de la CCSS. Mientras tanto, sus dos hijas menores se quedaban en casa, haciendo los oficios y cuidando a Juan, quien tenía que prepararse para hacer examen de aplazado, a fin de ver si finalmente podía aprobar y pasar a sexto grado, ya que por dos años había estado en quinto.

La tarde transcurrió normal. Juan se encerró en su cuarto para estudiar, y constantemente como muchacho inquieto que era, salía a buscar algo de tomar en la refrigeradora o a comer palomitas de maíz. Definitivamente, el estudio no era su fuerte. Su hermana continuaba haciendo el oficio, y no notó que por mucho rato, su hermano no salió a buscar distracción.

A eso de las seis de la tarde, llegó María de su trabajo y se extrañó mucho de que Juan, muy cariñoso con ella, no salió a recibirla. Entonces lo llamó y él no respondió. Decidió ir al cuarto a buscarlo y…HORROR!! No podía creer lo que sus ojos estaban viendo: Juan estaba de rodillas ahorcado con una toalla de baño. Pero!! ¿Qué pasó? Llamaron a los paramédicos, pero ellos llegaron solo a certificar que no había ya nada que hacer. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué pasaba por su mente? No había respuestas. Sobra decir el dolor y la consternación que esta tragedia provocó en todos los miembros de la familia. Todos experimentaban un sentimiento de culpa y especialmente su madre, quien por primera vez en su vida, se sentía feliz, plena y llena de paz. Ahora, la ilusión por vivir se le acabó, su corazón no soporta tanto dolor y todas sus preguntas rebotan en el vacío. Solo queda pedirle al Todopoderoso que le devuelva la paz y le de fortaleza para seguir adelante…¿Acaso hay algo imposible para Dios? Luc. 1:37, Luc. 18:27

3 comentarios:

  1. La verdad es que aunq no lo escribí yo, la historia es cierta y muy triste. Sé que mi mamá ha estado muy conmovida, y en parte para desahogarse escribió esto. Un día reimos y otro lloramos.. Aún así, aunq no entendamos porque suceden algunas cosas, hay que seguir adelante. Pero que difícil a veces!

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  2. que historia... que terrible tratar y tratar para porfin tener un respiro... sentirse feliz por un momento que no dura nada... y darle paso al verdadero sufrimiento...
    quien sabe cuales seran las bases del azar...
    yo creo que si existen...
    no queda mas que seguir hasta donde nos alcance...
    bechos a tu mami!!

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  3. Si.. demasiado triste. Realmente lo hace a uno pensar en tantas cosas.Uff...

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