Siempre al regreso a casa todos los días depués del trabajo me acompañaba. A lo largo de la interminable presa de Rhormoser a Curridabat evitaba que me quedara dormida y fuera pegando la cabeza en la ventana, como solía hacer antes de que fuera mio.
Sin él jamás hubiera logrado despertarme a las 4a.m cuando entraba al trabajo a las 6am. Suavemente se encargaba de hacerme ver la luz del nuevo día, y constantemente me insistía hasta que lograba ponerme en pie. Admito que no siempre me gustaba este ritual, pero al fin y al cabo necesitaba de él.
Pero hoy todo acabó en el asiento trasero de un taxi...
Son tantas sus fotos, sus llamadas, sus mensajes y hasta los juegos que disfrutabamos juntos que ahora he perdido.... Pero después de unas cuántas lágrimas, un berrinche colérico cuando no devolvieron mis llamadas, y un fuerte portazo, terminé por aceptar que no sería devuelto a mi.
Finalmente, una vez más, resignada le dije adiós a mi celular!
